
El movimiento en la vida cotidiana: cómo el cuerpo ama las acciones simples
A menudo percibimos las tareas del hogar como algo agotador u obligatorio. Pero si cambiamos nuestra actitud hacia ellas, pueden convertirse en una práctica suave para el cuerpo. Mientras limpias, puedes estirarte, levantar los brazos y rotar el torso. En lugar de apresurarte, hazlo todo despacio y conscientemente. Incluso limpiar los estantes se convierte en una oportunidad para relajar los hombros, y lavar los platos, en una oportunidad para relajar la espalda. Al trabajar en casa a un ritmo pausado, activamos suavemente partes del cuerpo que normalmente permanecen estáticas. Tras unas semanas de esta “práctica sin práctica”, el cuerpo se vuelve menos rígido y los movimientos, incluso los más cotidianos, empiezan a aportar una agradable sensación de ligereza.